El último informe Ardán sobre la evolución del tejido empresarial de la comunidad revela que el producto interior bruto (PIB) experimentó un repunte del 128 % entre los años 1994 y 2015
Algo se mueve en Galicia. Quizás no al ritmo que desearía la sociedad, pero sí con la fuerza suficiente para desterrar al territorio del olvido conceptos como el autoconsumo o el reempleo. La economía gallega ha crecido a lo largo de las últimas décadas con brío, sumando sectores y nuevas empresas, pero con asignaturas pendientes, principalmente relacionadas con el tamaño y la excesiva dependencia de determinadas áreas de actividad. El Consorcio Zona Franca de Vigo ha presentado precisamente en el último mes dos exhaustivos informes para conmemorar el 25 aniversario de los estudios Ardán que analizan el comportamiento del tejido empresarial, su actual realidad y su evolución durante los últimos lustros. El último de ellos, Evolución de las empresas gallegas 1994-2015, da cuenta de llamativas conclusiones, como los profundos cambios registrados en el apartado de las compañías más grandes de la comunidad: hasta un 70 % ha variado el top ten de las mayores firmas galaicas en este período.
Así, este selecto ránking estaba constituido en 1994, por este orden, por Citroën, Inditex y Zara (ambas tienen a efectos contables y mercantiles una identidad distinta), Pescanova, Gadisa, Heus Nutrición Animal, Constructora San José, Finsa, Froiz y Megasa. Dos decenios después, la composición de este listado se ha visto alterada de forma notable, en buena medida por el imparable crecimiento de la multinacional textil asentada en Arteixo. El top ten de la industria gallega en el 2015 era el siguiente, de acuerdo con los datos del informe Ardán: Inditex, Citroën, Zara España, Bershka, Tempe, Massimo Dutti, Stradivarius, Pull & Bear, Vego Supermercados y Megasa.
Sea como fuere, estos cambios en la correlación de fuerzas en la planta noble del tejido empresarial gallego, sumado al empuje de miles y miles de industrias y firmas salpicadas por las tierras de Breogán, han permitido a Galicia registrar niveles de crecimiento apreciables, y de los que también da cuenta el estudio presentado esta semana por la delegada del Estado en el Consorcio Zona Franca de Vigo, Teresa Pedrosa, y la responsable de Ardán, Susana Lama.
Así, por ejemplo, el valor añadido bruto (VAB) generado por las empresas de la comunidad experimentó un crecimiento del 312 % entre 1994 y el año 2015, al pasar de 2.320 millones de euros a 9.569 millones. Al calor de este repunte, el producto interior bruto (PIB) gallego, la principal referencia que los economistas toman para evaluar la salud de una economía, se revalorizaba un positivo 128 %, lo que da cuenta de un período de dos decenios que, pese a los altibajos de las crisis, ha situado a Galicia en una senda de modernización.
Esta saludable conducta de la economía gallega no ha tenido sin embargo un comportamiento demasiado homogéneo en lo territorial, pues ha sido la provincia de A Coruña la que ha capitalizado buena parte de la mejoría gracias, en pura lógica, a la dimensión internacional que ha adquirido el grupo Inditex desde mediados de los años 90 hasta nuestros días, pero también al calor de la pujanza de otras firmas como Gadisa o Hijos de Rivera. Así, el informe presentado por Pedrosa y Lama detalla que la provincia de A Coruña mejoró su valor añadido bruto en 524 millones de euros entre 1994 y el 2015, mientras que el de Lugo avanzaba en 173 millones, por 152 millones de alza del VAB de Ourense y 145 millones de la provincia de Pontevedra. No deja de resultar llamativo que una de las dos provincias atlánticas, tradicionalmente más activas desde el punto de vista económico y demográfico, presente el peor resultado de todos en términos de evolución macroeconómica, pero ello se debe a las deslocalizaciones de plantas, sobre todo al norte de Portugal, las incertidumbres alrededor de la industria del automóvil y las recurrentes crisis que han azotado a los astilleros.
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