El gigante de la moda se alía con el MIT de Massachusetts para financiar investigación sobre el reciclaje textil. En la UVigo intentan separar las fibras con procesos químicos para no perder calidad en los tejidos resultantes
La industria textil es la segunda más contaminante del mundo, solo por detrás de la petrolera. En España, cada año unas 326.000 toneladas de prendas acaban en la basura. Pero los procesos para reciclar la ropa usada no son capaces, por el momento, de lograr tejidos de buena calidad. Los gigantes de la moda, como H&M o Inditex, se han dado cuenta del potencial que suponen todas esas telas desechadas y comienzan a financiar investigaciones para obtener nuevas fibras textiles con las que elaborar sus nuevas colecciones. El grupo gallego fundando por Amancio Ortega se ha aliado con el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y a través de sus Fondos Semilla patrocina cuatro programas con investigadores de las Universidades de Vigo, País Vasco, Granada y Politécnica de Valencia.
«Hay dos tipos de reciclaje de tejidos», explica Pablo Sánchez, el investigador del departamento de Física Aplicada de la UVigo que ha logrado la financiación de Inditex. «Uno es el reciclaje físico, que sería darle golpes, un proceso mecánico con el que baja la calidad del tejido resultante. El otro es el reciclaje químico, un proceso más complejo y que requiere más investigación pero el resultado es una fibra de la misma calidad que la fibra de partida», indica.
En este último centra su trabajo Sánchez. En colaboración con un grupo de científicos del MIT, su proyecto trata de encontrar un método pionero con el que separar las fibras sintéticas (por ejemplo, el poliéster) de las naturales (algodón). Para ello recurren a soluciones iónicas (atracción electrostática) sostenibles. En la actualidad, las fibras naturales y las sintéticas no se pueden disgregar y ser reutilizadas completamente. Sánchez realizó su tesis doctoral sobre los líquidos iónicos y descubrió que una de las utilidades para estos disolventes verdes podría ser la industria textil, dado que son capaces de disolver la celulosa presente en el algodón.
El proyecto echó a andar el pasado mes de marzo con la primera reunión en Boston (Massachusetts) y se prolongará durante 18 meses. Inditex aporta hasta un máximo de 30.000 dólares por proyecto. «Hacemos ciencia a escala de laboratorio. Intentamos ver los procesos químicos que tienen lugar ahí o el diseño del disolvente que vamos a utilizar para separar los tejidos. Si después somos capaces de hacer transferencia y llevarlo a escala industrial se irá viendo a medida que avancemos y según el éxito que tengamos», resume Sánchez.
Economía circular
La colaboración con el MIT forma parte del Plan Medioambiental 2018-2020 — el presidente de Inditex, Pablo Isla, lo presentó hace unos días en Arteixo ante la junta de accionistas del gigante de la moda— que lleva por título Hacia una economía circular. «El objetivo de Inditex es cerrar el círculo del tradicional ciclo de vida textil completo y eficiente para sus productos», informa la compañía dueña de marcas como Zara Massimo Dutti, Stradivarius o Bershka, entre otras. «La economía circular no es el reciclaje de toda la vida, en el que llevas a cabo un proceso y muchas veces aunque consigues reciclar, ese mismo proceso está generando otro tipo de residuos», indica Pablo Sánchez. «Es una visión global del sistema en la que el proceso de producción industrial, se diseña teniendo en cuenta todos los subprocesos que se van a llevar a cabo y minimizando a su vez los residuos que se producen en cada uno», añade.
Para lograr darle una nueva vida a las telas, Inditex colabora también con la empresa austriaca Lenzing que produce la fibra textil sostenible de origen vegetal. «Ayudamos a empresas especializadas en reciclaje a mejorar las tecnologías con las que en un futuro obtendremos nuevas materias primas», apunta el grupo. Gracias a la colaboración con Lenzing se ha conseguido una nueva fibra, denominada Refibra ®, que ya combina la materia prima vegetal sostenible con los restos de los tejidos utilizados en la fabricación de prendas de algodón de las fábricas del grupo en España. Además, el gigante de la moda colabora con otros grupos de investigación de universidades e instituciones internacionales para «avanzar en el desarrollo de la obtención de nuevas fibras textiles» a partir del reciclaje de otros materiales, como botellas de plástico, redes de pesca, o materiales de origen vegetal, entre otros. En 2020, el grupo se plantea haber alcanzado una inversión en tecnología para el reciclaje textil de 3,5 millones de dólares.
Mientras no mejoran los procesos para lograr nuevas telas de calidad a partir de la ropa usada, Inditex también ha puesto en marcha proyectos para la reutilización de las prendas. A finales de 2016, lanzó un programa de recogida de ropa en España. En colaboración con Cáritas, ha desplegado 1.856 contenedores en las calles de diversas ciudades. Además se han instalado 961 puntos de recogida de prendas, calzado y accesorios en las tiendas del grupo en 21 mercados, así como en las oficinas de los principales países en los que tiene presencia. El objetivo que se marca la compañía es que en el año 2020, el sistema esté instalado en un total de dos mil establecimientos comerciales de sus marcas. En ciudades como Madrid y Shanghai el gigante de la moda gallega ofrece también la posibilidad de la recogida de ropa usada en el domicilio. La iniciativa, informa el grupo, se irá extendiendo a otras ciudades. Además, en España Zara recolecta ropa a domicilio de manera gratuita en el momento de la entrega de pedidos online y este mismo programa estará vigente en las ciudades chinas de Shanghai y Pekín el próximo mes de septiembre.
Desde el lanzamiento del programa de recogida de ropa a finales de 2016, se han recuperado más de 25.000 toneladas de tejidos, lo que supone unos 90 millones de prendas. Los artículos recolectados en los contenedores son donados a entidades no lucrativas como Cáritas, Cruz Roja, Oxfam y CEPF. Éstas los clasifican para su reutilización con fines sociales, o para reciclarlos, bien como nuevas prendas (upcycling), bien como relleno de otros artículos (cojines, asientos de vehículos, alfombrillas, etc). Según explica Inditex, en el caso de Cáritas en España, este servicio ha generado 350 empleos para personas en riesgo de exclusión social. «En 2020 habremos llegado a acuerdos de este tipo con 40 entidades en el mundo», apunta el grupo textil.
El impacto de la moda rápida
Desde comienzos de los años 90, las marcas han buscado aumentar sus beneficios con estrategias para que los consumidores compren cada vez más ropa y con más frecuencia. El tintado de tejidos utiliza cantidades considerables de agua —hasta 200 toneladas por cada una de tela producida— y un gran número de químicos, algunos peligrosos. Según ha denunciado Greenpeace, estos contaminantes pueden persistir en el entorno receptor el tiempo suficiente para concentrarse en los sedimentos y organismos. Las sustancias químicas peligrosas pueden liberarse en cualquier momento del ciclo de vida de un artículo y cuando llegan a vertederos contaminando ríos, mares o lagos.
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