La textil ourensana, presente en 29 países, supera sus años negros tras reajustar su tamaño y mantener en el seno de la familia del diseñador las decisiones estratégicas
La vuelta al origen. Así podría definirse la estrategia que en los últimos dos años está desplegando la textil ourensana Adolfo Domínguez y con la que ha logrado darle la vuelta a una compleja situación económica que comenzó en el 2007 y que se ha extendido durante casi diez años. «Esta empresa necesitaba que se hiciese cargo de ella alguien que la conociese desde dentro y que tuviese integrada su cultura», afirmaba Adriana Domínguez, hija del modisto ourensano fundador de la empresa, hace tan solo unos meses. Bajo su mando -es directora general desde julio del 2017-, la firma está logrando reducir cada vez más su pérdidas y reconducir una situación tan delicada que llegó a provocar que, en los peores años, las pérdidas alcanzaran los 9 millones de euros trimestrales.
Fue todo un tsunami que puso patas arriba una empresa que abrió su primera tienda en 1976 en la capital ourensana, con una colección de hombre. Ocho años después se presentaban los primeros diseños para mujer, y con ellos el famoso eslogan «La arruga es bella», que dio paso a una expansión que llevó el nombre del modisto, nacido en Trives en 1950, por todo el mundo.
Llegarían en poco tiempo las colecciones U, orientada al público más joven, y AD+, pensada para tallas grandes, así como una línea específica para niños y otra para mascotas. Además, se puso en marcha una red de complementos y bisutería. El crecimiento fue exponencial hasta que llegó la crisis y, con ella, decisiones estratégicas que a la larga resultaron fatales. En plena crisis, la empresa tuvo que acometer severos ajustes que conllevaron el cierre de decenas de tiendas y el recorte de plantilla. El primer ERE se pactó en el 2012 y afectó a medio centenar de puestos de trabajo; más tarde, en el 2015, se aplicó un segundo expediente, que se saldó con el despido de 105 trabajadores de la planta de producción de Ourense.
A mediados del pasado mes de julio, empresa y sindicatos firmaban el tercer acuerdo para reducir plantilla, pero esta última reestructuración de personal, que afecta a 56 empleados, llega en un momento muy distinto para la empresa, que ahora parece firme en su camino para dejar por fin atrás los números rojos.
Una profunda reestructuración
Para ello ha sido necesario afrontar un proceso de reestructuración que se inició a mediados del 2016, cuando el modisto decidió volver a tomar las riendas de su compañía, tras haber delegado durante años la dirección en directivos externos. El primer paso se había dado con el despido de Estanislao Carpio, que había ocupado durante cuatro años el puesto de consejero delegado. Su cese coincidió con el anuncio del fichaje de Costas Antimisariss, un alto ejecutivo de origen griego llamado a sustituir a Carpio. Pero ese anuncio nunca llegó a materializarse y poco después la empresa anunciaba que el propio modisto se encargaría de dirigirla, asesorado por un nuevo grupo de consejeros.
Fue el punto de inflexión. Aunque el proceso de reajuste de tiendas no se ha completado del todo, en la textil se han tomado decisiones estratégicas que están siendo avaladas por los resultados económicos. Son ya varios los trimestres consecutivos con incremento en las ventas, y se ha logrado optimizar los recursos, de tal forma que con menos tiendas ahora ganan más dinero que hace dos años.
En todo esto tiene también mucho que ver que Adriana Domínguez se haya consolidado al frente del negocio, apoyada por ejecutivos como Antonio Puente, su número dos. Y bajo la premisa de hacer más rentable la empresa ha decidido eliminar las líneas U y AD+ (las otras dos hace tiempo que desaparecieron) para concentrar todos los esfuerzos en una única colección que ya está en el mercado. Hace más de un año todos los servicios centrales han regresado a Ourense y han liderado rompedoras campañas publicitarias con caras tan conocidas como las del actor Luis Tosar o la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada.
Gracias a todo eso, en el último ejercicio las pérdidas se han reducido de forma significativa, pasando de 22 a 6 millones de euros. A sus 42 años están a un paso de volver al otro lado con las arrugas más planchadas que nunca.
Los trajes de «Corrupción en Miami» y la salida a bolsa, dos hitos
Cuando en televisión los detectives todavía usaban gabardina y sombrero, Adolfo Domínguez entró en escena y cambió aquella vetusta imagen para siempre. Icónicos son los trajes de lino diseñados por el modisto ourensano que lucían Don Johnson y Philip Michael Thomas en la emblemática serie Corrupción en Miami. Era 1984 y aquel hito catapultó a la compañía, poniendo también en el mapa internacional la modagallega.
Otro de los capítulos más importantes de la compañía fue susalida a bolsa, en marzo de 1997. Se convirtió en la primera compañía textil, con sede social en Galicia, en dar el salto al parqué, y su llegada a ese mundo tampoco pasó desapercibida. «Adolfo Domínguez fue ayer el auténtico protagonista de la bolsa. La subida del 125,81 %, hasta las 7.000 pesetas, que tuvieron en algún momento las acciones del modisto ourensano en su estreno bursátil no tiene precedentes en la historia de la Bolsa española», recogía la crónica de La Voz de Galicia del día siguiente. Y esa confianza de los inversores se mantiene. La textil es uno de los diez valores de la Bolsa española con mayor subida en lo que va de año, acumulando un 60 % de incremento. Tiene actualmente un valor de 75 millones, frente a los 45 que tenía en enero pasado.
En manos de Adolfo Domínguez sigue el 31,51 % de una empresa que continúa rompiendo moldes. Acaba de aliarse con la multinacional Gin Group para afianzar su expansión por toda Latinoamérica. Este año han abierto sus primeras tiendas en Rusia.
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