Galicia se desmarca de la propuesta de una consejera de Castilla y León para dinamizar el pequeño comercio
Lo veo, lo toco y lo pruebo. Y si me convence, lo compro por Internet. Se denomina showrooming y la gran perjudicada es la tienda tradicional. Algunos establecimientos, sobre todo especializados en determinados deportes, han puesto precio a esta práctica y ya cobran entre 30 y 50 euros a los clientes que acuden a probar sus artículos en tienda. Sin embargo, la propuesta de sancionar a los consumidores que accedan a un comercio de barrio para saber cómo les sienta su ropa o zapatos y luego lo adquieran por Internet ha dejado perplejos a comerciantes y consumidores. A buen seguro que Pilar del Olmo, la consejera de Economía y Hacienda de la Junta de Castilla y León, ni se imaginó el revuelo que su iniciativa iba a causar poco después de anunciar en rueda de prensa que era esa una de sus aportaciones en la reunión celebrada por la Conferencia Sectorial del Comercio, presidida por la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto.
Las críticas le han caído sin contemplaciones, hasta el punto de que la propia consejera se ha visto obligada a precisar que se trata de una propuesta en un momento en el que se deben aplicar «ideas innovadoras, motivadoras y revolucionarias» para contrarrestar la decadencia de un sector que amenaza con acabar con una estructura comercial tradicional en España.
Y no es para menos. Implantar esta especie de veto al consumidor se ha merecido calificativos como «una intromisión inadmisible» o «metedura de pata de alguien que acaba de llegar y desconoce los problemas del colectivo», como afirmaba el presidente de la Federación Galega de Comercio, José María Seijas.Para el representante gallego, es «el comerciante el que debe satisfacer los hábitos de los consumidores», a la par que reconoce las dificultades por las que atraviesa el colectivo. En el 2017, según datos del INE, bajaron la persiana 1.100 establecimientos, y se espera que al final de este año esa cifra se duplique. Una sangría que, sin embargo, no afecta a las denominadas calles franquicia con locales de enseñas comerciales de grandes grupos internacionales. En este segmento, las aperturas no dejan de crecer.
El Clúster Textil Moda de Galicia (Cointega), integrado por más de cien empresas que operan en todos los eslabones de la cadena de valor, ve esa idea con preocupación porque entiende que «la Administración no puede tomar decisiones de esta envergadura. Tienen mucho calado y las marcas llevan ya tiempo analizando estos temas», reconocía ayer el secretario general de la organización textil, Alberto Rocha, pero, «lo cierto es que algunos comercios se lo están planteando». Los pequeños, porque los multimarca y las multinacionales ni se lo cuestionan, asegura Rocha, quien aboga por una reflexión más profunda sobre cómo debe reorganizarse esta parte del negocio comercial.
Sin entrar a cuestionar las declaraciones de su homóloga, la Consellería de Economía propone que «o reto do sector comercial é dar resposta ás novas demandas e preferencias dos consumidores. Calquera iniciativa ten que ser estudada e analizada desde o punto de vista do consumidor, xa que este é o centro da estratexia do comercio omnicanal que se está a impulsar desde o Goberno galego».
Cree que el comercio de proximidad debe potenciar sus fortalezas y aceptar la digitalización como fórmula para fidelizar a sus clientes. Con 55 acciones específicas, la Xunta apuesta por la revitalización estos negocios de manera que se puedan modernizar y aumentar su competitividad.
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