La coruñesa Estefanía Grandío, fundadora de la marca de ropa para niños The New Society, prevé llegar a 120 tiendas tras ser reconocida como revelación en el sector
Con 35 años que acaba de cumplir, Estefanía Grandío lo ha sido casi todo en el sector textil. Es habitual que se refieran a ella como una ex Inditex porque la sombra del gigante mundial de la ropa es alargada y porque es cierto que ella ha entrado y salido mucho de la compañía fundada por Amancio Ortega. Esta diseñadora coruñesa es también ex Cortefiel y ex Hugo Boss, aunque ella apela a lo mucho que le marcó trabajar con proveedores para sacar ahora su propia empresa. The New Society ha recibido el premio One to Watch en la feria Pitti Bimbo de Florencia y se expande por Europa, Asia y Estados Unidos
El inicio de la conversación pilla a Estefanía Grandío en plena "pelea" con la normativa de ventas del mercado coreano. Ella quería que las etiquetas fueran tejidas en las prendas, pero los símbolos del alfabeto complican los planes y le da vueltas a cómo hacerlo. "¡No paro de aprender!", asegura la diseñadora coruñesa, inmersa en el lanzamiento de The New Society, su propia empresa, resultado de la particular mirada que tiene de la moda infantil, sostenible y alejada de la "sobrecomercialización" y de media vida de experiencia dirigiendo en líderes mundiales del textil. Lo de media vida suele sonar a frase hecha. No en su caso, a pesar de lo joven que es. A los 19 años, sin acabar los estudios, asumió las riendas del área de piel de Springfield, del grupo Cortefiel. Ahora, a los 35 recién cumplidos, ultima la producción de su colección de estreno, presente en medio centenar de tiendas multimarca en Europa, Asia y Estados Unidos -serán 120 en enero- y premiada con el One to Watch que le acredita como firma revelación del año en la Pitti Bimbo de Florencia, la feria de ropa de niños de referencia para el sector junto a la Playtime de París, donde también se llevó un aplauso unánime.
Por muy meteórica que es la trayectoria de Grandío, esta, sin embargo, no es la historia de una vocación desmedida desde la infancia. Siempre supo que quería "algo artístico". Hizo teatro, algunos anuncios de publicidad e incluso le cogieron para una película en la etapa del instituto en A Coruña, la ciudad a la que llegó con tres años tras nacer en Lugo y una breve estancia en Cataluña por el trabajo de su padre. Sí tenía más claro que le apetecía irse a Madrid y que le tiraba mucho la fotografía. El empujón definitivo hacia el mundo de la moda fue una casualidad. Con 17 años conoció a Pablo del Bado, director de Pull&Bear, y en una visita a la cadena del gigante coruñés Inditex quedó "alucinada".
Así que se mudó a Madrid para graduarse en Diseño de Moda en la IADE. De las prácticas del segundo curso en Springfield sacó ya un contrato indefinido, el salto a funciones de responsabilidad y, sobre todo, "el conocimiento de la realidad de la industria". "El negocio ha cambiado totalmente, muchas empresas son ahora coordinadoras de producto porque los proveedores se encargan de todo, pero en aquellos años se diseñaba y había que saber cómo pedirlo -recuerda-. Tuve un jefe que me enseñó una estructura muy coherente del trabajo y que hoy es bastante mi forma de trabajar".
Inditex llamó a su puerta por primera vez "con 20 o 21 años". "Me parecía muy pronto", afirma. Aún así, ninguna otra compañía le iba a dar la oportunidad de conseguir "una experiencia más real sobre la industria". "Es una grandísima escuela", señala. Y aceptó. Entró en Zara Woman y aprovechó los ingresos para mimar su formación en fotografía, que seguía siendo mucho más que una afición.
Probablemente en Recursos Humanos de Inditex se quedaron boquiabiertos cuando, después de ganar un concurso que le daba acceso directo a un máster en el Centro Internacional de Fotografía y Cine (EFTI) de Madrid, Grandío optó por aparcar el incipiente carrerón para satisfacer sus inquietudes. Como tenía las mañanas libres, la diseñadora preguntó si había algún hueco en alguna tienda en la capital para currar de vendedora.
No fue necesario. Dio clases de patronaje en su antigua escuela. Se hizo freelance y presentó una colección de tejanos en Las Vegas de la mano de un proveedores marroquí que servía a El Corte Inglés, mientras, curiosamente, pasaba las entrevistas para entrar en la antigua filial textil de la compañía de grandes almacenes, Induyco. Estuvo poco. Asumido ya que la fotografía no le daría de comer, volvió a llamarla Inditex, esta vez para llevar el departamento de Circular de Massimo Dutti y luego también sastrería. Hasta que uno de los proveedores de Zara le tentó con la creación de un estudio desde cero en Barcelona.
Estefanía buscaba en su tour mensual por el planeta lugares diferentes a los que Inditex acudía para, precisamente, ofrecerles algo diferente con sus diseños. Esta etapa le marcó. "Me sentaba con la que cosía, con la que plancha, conocí los problemas de producción... -narra-. Me di cuenta después de todo lo que aprendí a nivel técnico y valoro mucho cuando gestiono equipos que la gente haya trabajado en un proveedor".
Todo ese conocimiento fue fundamental para desembarcar en Oysho, de nuevo en el holding textil gallego. Tardó tres meses en encargarse de la colección al completo y coordinar un equipo de 39 personas con las que lideró la transformación de la cadena hacia líneas sostenibles. "Me sentía muy identificada con esa identidad", apunta. Con el nacimiento de su hija mayor empezó a replantearse las prioridades y "a obsesionarme -dice- con buscar un trabajo en un país nórdico o que me permitiera ser dueña de mi tiempo". Una cazatalentos de Alemania contactó con ella y Grandío pasó "el durísimo proceso" para entrar en Hugo Boss y reinventar el departamento de mujer al lado del prestigioso diseñador Jason Wu. Horario hasta las 5, guardería de empresa, "recursos humanos llamándote si alguien del equipo hacía horas extras y sin rastro del mejor eres cuanto más tiempo pases en el trabajo". "El paraíso laboral", resume, además de la oportunidad de desfilar en Nueva York. "Como dar 50 pasos de golpe", dice.
Con la llegada de su segundo hijo y su marido, también diseñador, de camino de vuelta a España, Estefanía apostó por madurar la idea que le rondaba de fundar su empresa y cumplir el objetivo: "Tomar todas las decisiones y desarrollar mi concepto", resume. The New Society (La Nueva Sociedad en castellano) es toda una declaración de intenciones: sostenibilidad y duración frente a la cultura imperante de la fast fashion.
Aunque no ha dejado nunca del todo el diseño para mujer -de hecho sigue como freelance para varias firmas, incluida Scalpers-, Grandío quería llenar el vacío que veía en el textil de niños. Una firma diferente, sin exceso de diseño, "con otra forma de pensar los colores o los tejidos". "Concebir una colección desde toda mi experiencia", detalla. "Mucha prensa en las ferias me contaba que todo les suena, pero que es diferente", señala.
La abuela de Estefanía suele decirle que tiene mucha suerte. "Creo que ha sido mucha buena suerte y de que soy una persona que arriesgo en todo. Si quiero algo, voy a por ello y mido las consecuencias después", afirma, mientras piensa en precios, pedidos, márgenes, patronaje y escalonado de tallas... Lo siguiente será sacar la venta online y revisar el plan de negocio porque el actual se queda ya cortísimo. "Hay días que me emociono y otros me cuestiono muchas cosas. ¿Gustará la siguiente colección? ¿Comprará el cliente? -admite-. Pero creo que voy a seguir así. Soy muy de lo que siento".
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