Galicia alimenta a un gigante textil en Portugal que precisa 6.000 trabajadores


La industria lusa factura casi 1.000 millones como primer proveedor del sector gallego

Hubo un tiempo en que a Portugal se iba a comprar toallas y sábanas de franela. Aquel gallo que estampaba trapos de cocina y bolsas para el pan hoy saca pecho en el corazón de Barcelos, el centro neurálgico de la industria textil lusa, convertido en pintoresco monumento de un negocio que facturó el récord de7.500 millones de euros en el 2017, y cerrará el presente ejercicio pulverizando esa marca.

Podría haberlo hecho ya, pero no da abasto. Faltan manos y capacidad de producción para dar salida a un volumen inédito de pedidos que llega fundamentalmente de Europa, pero no solo. De Inditex, Etam o Bimba y Lola (España) a H&M (Suecia); de Victoria Beckham a Paul Smith (Reino Unido); de Moschino (Italia) a Kenzo (París), de Hugo Boss (Alemania) a Victoria’s Secret (EE.?UU.). La nómina de marcas confeccionadas en Portugal es interminable, y la clave no está -o no solamente- en el precio.

Salarios menos mínimos

El salario mínimo en vigor de 677 euros mensuales es aún competitivo, pero la escala de grados profesionales (diseño y patronaje industrial, confección, control de calidad, gestión de pedidos, logística) sitúa la nómina media del sector en los 1.100 euros, sin incluir las remuneraciones de directivos, según datos de la ATP (Associação Têxtil e Vestuário de Portugal) que tiene su sede en Vilanova de Famalicão. «En Portugal ya no solo se cose. La industria integra toda la cadena de valor, desde la creación de materiales hasta la logística, pasando por el patronaje y la confección. Y eso es lo que marca la diferencia con un país de bajo coste», asegura Paulo Vaz, presidente de esta potente organización, que empieza a temer por su competitividad, por falta de capacidad productiva.

La escasez de profesionales preparados es un problema para el sector. Esta carencia de mano de obra, que la patronal cifra entre 5.000 y 6.000 trabajadores, supone ya una amenaza. «Hay riesgo real, porque se puede estrangular y encarecer la producción. Si no hay profesionales habrá que traerlos», afirma Vaz, que calcula en nada menos que un 25 % el volumen de negocio que podría ganar el sector luso con las plantillas adecuadas.

«Tenemos tres vías para encarar este problema: formar a más profesionales portugueses, aumentar la productividad de los que ya tenemos o importar trabajadores extranjeros», explica el líder de este potente sector. Y aun así, encareciendo sus costes de producción, confía en seguir siendo competitivo.