Calificada por Naciones Unidas como la segunda industria más contaminante del planeta, la moda encara no sólo la transformación tecnológica que implica la digitalización, sino también la que viene desde la sostenibilidad.
La industria de la moda, un sector que apenas ha evolucionado en miles de años, encara ahora una profunda transformación. Los nuevos hábitos de consumo, el nuevo escenario socioeconómico y geopolítico, los cambios demográficos y la irrupción de la tecnología en todos los quehaceres diarios también tienen un impacto en la cadena de valor del sector. La digitalización y la sostenibilidad abren una nueva era en todos sus eslabones, que implica la incorporación de nuevos sistemas en las fábricas. Itma, la mayor feria de maquinaria textil, dará las claves de lo que será la industria de la moda del futuro en su próxima edición, que se celebrará del 20 al 26 de junio en Fira de Barcelona. Acudirán 1.600 expositores y se espera superar los 125.000 visitantes.
La moda está llamada a ser sostenible o no ser. La cadena de valor del sector encara un giro de 180 grados en los próximos años hacia procesos circulares, de mínimo impacto medioambiental y de acuerdo social. Los titanes de la distribución han incrementado la presión en la cadena sobre esta cuestión, no por una razón de ventas o resultados, sino porque la legislación para frenar la contaminación irá estrechando el cerco. En los próximos cinco años, las fábricas de la moda serán completamente diferentes.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la moda es la segunda industria más contaminante del planeta después de la petrolera. El organismo internacional le dio en 2016 este calificativo por ser el sector que produce el 20% de las aguas residuales y emite más CO2 que todos los vuelos internacionales y barcos de mercancías juntos.
El sector en su conjunto hace tiempo que tiene asumido que el futuro pasa por la sostenibilidad porque no hay recursos suficientes en el planeta para mantener el mismo ritmo de crecimiento. Uno de los retos en este sentido pasa por equipar los distintos procesos industriales con tecnología que minimice o incluso elimine el impactomedioambiental de la fabricación de prendas textiles.
Las fábricas está equipándose con una nueva generación de maquinaria y procesos para minimiza el impacto medioambiental
El primer paso en este sentido está orientándose hacia la incorporación en las factorías de una nueva generación de maquinaria diseñada para restar la contaminación. Los centros productivos empiezan a estar equipados con circuitos cerrados de agua, tecnología que reduce emisiones o nuevos procesos que minimizan el uso de químicos y tóxicos, entre otros.
En la industria del denim, por ejemplo, la española Jeanologia ha dotado las fábricas de diferentes máquinas y procesos sustitutivos de los anteriores, altamente contaminantes. En 2018, la compañía concluyó con una cifra de negocio de cien millones de euros, y en los últimos meses, dio entrada al fondo de inversión Carlyle Group en su accionariado.
Sin embargo, la investigación en este ámbito ha ido incluso más allá de la maquinaria en busca de la fórmula que permita circular las materias primas de las prendas de vestir. En la actualidad, hay cinco proyectos de desarrollo en esta línea: Hong Kong Research Institute of Techtiles and Apparel (en colaboración con H&M), Mistra Future Fashion’s Belnd Re:Wind; Tyton Biosciencies, Worn Again y Novetex.
Hasta que estas fórmulas no sean escalables, la actual fase de circularidad se encuentra en reciclar ciertos desechos e introducirlos en la cadena de valor del textil. Es el caso del plástico PET, procedente en su mayoría de botellas de plástico desechadas, con el que se elabora poliéster. Su producción es en la actualidad la más avanzada respecto a otros materiales, como el algodón o la lana reciclada.
La transformación del sistema hacia la circularidad también introduce nuevos retos a la industria
En el caso del algodón reciclado, este introduce un nuevo reto en los procesos de la hilatura y la tejeduría. Se trata de fibras más cortas que las habituales y, en ocasiones, precisan de procesos particulares por ser más frágiles que el algodón convencional.
Tampoco hay por el momento tecnología específica para agilizar el reciclaje de materiales textiles, que continúa realizándose a mano. La poca ropa que se recicla termina gestionada por empresas especializadas, que seleccionan las prendas suficientemente buenas para comercializarse en economías emergentes de las que se destinan directamente al reciclaje. En este ámbito, aún se separan a mano los artículos según tintes y mezclas, y se recortan botones, cremalleras y lentejuelas. Pero ante el acelerón de la economía circular en la moda, todo este proceso deberá ser tecnificado y escalado para introducirlo dentro de la cadena de valor de la moda.
La sostenibilidad, por último, se apoyará en la digitalización para ganar eficiencia. Aquí entra en juego la trazabilidad y, en concreto, el blockchain. El sistema que hasta ahora daba soporte al bitcoin ha empezado a dar con nuevas aplicaciones en el ámbito industrial y, en la moda, se ha abierto camino para mejorar la trazabilidad de su cadena de valor.
Algunos gigantes de la distribución, como H&M o LVMH, han incorporado ya esta herramienta para trazar el conjunto de los procesos. Sin embargo, queda mucho trabajo aún por hacer en este sentido porque la ultra fragmentación de la cadena de valor del textil y la confección hace que sea muy complejo rastrearlo todo.
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