Cuando Vigo fue el gran escaparate del mundo


El Centro Cultural se llena dos veces en un día para el décimo desfile «Luada», del colectivo de diseñadores Galicia Moda que encauzaba una exportable industria de la indumentaria en auge.

Hubo un tiempo en que en Galicia Moda representaba a una industria tan potente como la que también llegó a ser el naval. El colectivo que proyectó a toda España el diseño textil autóctono dejaba notar su influencia por otras latitudes. Proyectos gallegos que despunten hay muchos, pero no envueltos en la bandera de Galicia como marca.

En la década de los 80, antes de la eclosión de Inditex, Vigo también cortaba mucha tela. O por lo menos, la lucía de manera espléndida. La Voz de Galicia del 8 de octubre de 1989 recogía en su portada un evento singular que entonces no lo era tanto, los desfiles bautizados como Luada, ya que se celebraban varios al año en distintos escenarios de las grandes ciudades gallegas, pero aquel tenía algo especial. Era el décimo. El bum de la moda gallega estaba en su punto álgido. Después la caída fue paulatina. El globo fue perdiendo altura, pero aún flotó unos años más.

 Hace hoy 30 años, Luada, el desfile de los diseñadores gallegos, celebraba en el Centro Cultural Caixavigo «por falta de un lugar adecuado en A Coruña», según informaciones previas, su cita de temporada. Era el avance de la moda primavera-verano que se llevaría al año siguiente: 1990. La crónica ponía el foco no solo en los creadores que paseaban sus colecciones por el teatro. Daba casi la misma importancia al apoyo institucional del acto. La lectura política destacaba la asistencia del presidente de la Xunta, Fernando González Laxe, una ristra de conselleiros y la ausencia del alcalde de Vigo, Manuel Soto, que no asistió.

También era importante para la difusión en los corros de la moda, la presencia de personajes de la jet, y también iban servidos porque asistieron nobles como la condesa de Montarco, la condesa de Siruela y la princesa Beatriz de Orleáns, o el escritor Díaz Plaja y numerosos periodistas de la prensa del corazón.

En aquella gala con dos funciones y 3.000 espectadores en total, cincuenta maniquíes pasaron los 250 propuestas para mujer que presentaron las diseñadoras gallegas Kina Fernández, María Mariño, Mercedes Fuentes Toypes, María Moreira y Olga Ríos. Unicén, Cortemans, Gene Cabaleiro, Caramelo, Florentino y Pressman presentaron la ropa masculina.

Pero aún falta una pata de la historia: las perchas, que no eran del Todo a Cien. «De los cincuenta modelos llegados ayer a Vigo, todos son extranjeros, ingleses y norteamericanos en su mayoría, salvo cuatro que son españoles, de ellos, tres gallegos: el ourensano Toño Torres, la coruñesa Cristina Castro, y la ourensana María Lombardero. La cuarta española es Paola Dominguín, modelo habitual de Luada». La inversión en cuerpos y caras era importante. No se desvelaba el caché de los más conocidos, pero apuntaban que el más cotizado era «el hindú Hiudin Moose, uno de los modelos más caros del mundo». Y eso que la información subrayaba que los modelos «le cuestan a la organización más de 200.000 pesetas», cifra irrisoria vista hoy.

«Fue la fiesta de la moda por la moda, y en este caso las propias autoridades gallegas y las personas destacadas que asistieron a los desfiles quisieron predicar con el ejemplo vistiendo moda de Galicia, caso del presidente Fernando González Laxe, que llevaba un traje de Gene Cabaleiro, y su esposa, Rosa Liaño, que en sus actos públicos siempre viste diseños gallegos, llevaba ayer un modelo de la orensana Rubí», contaba La Voz. En la crónica se añadía que aquel año se incorporaban cuatro nuevas diseñadoras de ropa de mujer y una de piel, la coruñesa Olga Ríos, aunque observaban la falta de algunas diseñadoras gallegas como Chica Solía «y no parece ser muy comprensible cuando la Consellería de Industria y Comercio está apoyando la moda gallega, la ausencia de nombres como Adolfo Domínguez y Roberto Verino, que acaban de presentar sus colecciones en Madrid con mucho éxito», criticaba.

El éxito se refrendó cuando vieron que hasta les copiaban. Por ejemplo, el año en que les dio por sacar del armario los milenarios símbolos solares. «En septiembre de 1988, tanto los modistos, como los joyeros habían elegido el tema de las milenarias esvásticas de Galicia como fuente de inspiración y motivo ornamental, y con ellas como argumento, se efectuó una exposición de prendas textiles y joyería en la sala de exposiciones del Centro Cultural Caixavigo. Un año después, en el número 27 de la revista Vogue Italia, se muestra la colección de alta costura de Valentino, inspirada en lo que el llama «formas geométricas» y que no es otra cosa que una de las esvásticas presentada por los diseñadores gallegos en el pasado desfile de Luada».

Los organizadores decían que aquellos espectáculos de la moda eran «la proclamación estética, el acto social de mayor relevancia en Galicia y en el fondo una apuesta económica e industrial», como así fue.


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