La industria gallega del textil lleva décadas creciendo a dos velocidades bien distintas: la del gigante Inditex, capaz de vender millones de prendas en el mundo y seguir creciendo (facturó 26.000 millones en el 2019); y la que, con dificultades, aún mantiene más de medio millar de pequeñas y medianas empresas, con ventas cercanas a los 1.800 millones de euros y de las que viven directamente 9.000 familias.
Más allá de Inditex, este prestigiado sector textil, abanderado por fimas mas consagradas de la moda, lleva más de 40 años resistiendo cierres, reestructuraciones de plantillas de cientos de trabajadores y procesos concursales. El impacto de la última crisis económica, antes del covid-19, dejó por el camino a pesos pesados como Toypes, Montoto, Caramelo o Viriato.
La irrupción de la moda de gran consumo, de usar y tirar, y la necesidad de fabricar a bajo coste hace décadas que acabó por destruir casi toda la actividad manufacturera que existía en Galicia. Con algunas excepciones, como Florentino Cacheda o Pili Carrera, el textil gallego se lanzó a deslocalizarla mayor parte de la producción, y lo hizo yendo a coser a China, India, Marruecos y muy especial a Portugal, el gran aliado estratégico en el que primero apoyó los procesos más intensivos en mano de obra; para luego entregar prácticamente en toda la cadena de valor.
Eso explica que hoy la industria textil lusa facture casi 1.000 millones al año como primer proveedor del sector gallego.
Relocalización necesaria
Cointega, la patronal gallega del textil, defiende el papel de Portugal como aliado estratégico para la competitividad de las marcas gallegas. Pero hay un antes y un después de esta crisis desencadenada por el covid-19, que ha sacudido de un extremo a otro del planeta a la industria de la moda; y amenaza con remover, tal vez destruir, los sólidos cimientos del fast fashon, de la producción a gran escala, e incluso de los hábitos de consumo de moda, con una mayor apuesta por la sostenibilidad.
Estas pasadas semanas, cuando la crisis sanitaria arreciaba y los proveedores chinos no daban abasto, las pymes gallegas del textil, paradas por el decreto de estado de alarma, pusieron sus máquinas de coser en marcha y fabricaron miles de mascarillas y trajes sanitarios. Fue solo un efecto flash-back de aquellos añorados talleres en los que la confección de cada prenda era un proceso único.
Pero la crisis del covid-19 ha hecho algo más que conseguir desempolvar las viejas máquinas de coser, y es volver a poner sobre la mesa la necesidad de volver a coser en proximidad, y a abandonar la dependencia de proveedores lejanos. La apuesta por la relocalización es más que una idea lanzada al aire. <<Dejar de producir en Asia parece imposible, porque no se pueden revertir los efectos de la globalización, pero sí habría que corregir algunos excesos, afirma el director ejecutivo del Clúster Catalán de la Moda (Moddacc), David García.>>
<<Tener a los proveedores más lejanos obliga a hacer los pedidos con más anticipación y a encargar mayores volúmenes, pero ahora también se están produciendo cambios en este sentido, ya que el mercado trabaja con volúmenes más pequeños y con menos plazos de antelación>>, afirma García. <<Hacer pedidos más pequeños es cada vez más habitual porque, en lugar de tener toda la colección de una vez, van llegando cápsulas que permiten una mayor variedad y estimulan más la venta>>, explica el experto.
El sector catalán se apunta a la relocalización. ¿Y el gallego? La Consellería de Economía e Industria está inmersa en un plan para identificar oportunidades en el tejido productivo gallego para reactivar la economía, y reconoce que el textil es uno de los sectores en estudio. << Se están analizando todos los procesos y estudiando la posibilidad de completar la cadena de valor>>, dicen de la consellería de Francisco Conde.
Moda Flexible y próxima
Los empresarios aplauden la iniciativa, pero no ocultan su escepticismo. <<Como voluntad, la idea de la relocalización industrial del textil es positiva, pero todo el tejido industrial que se perdió difícilmente se va a recuperar>>, afirma José Antonio Conde, presidente de Cointega y de la empresa textil Confecciones Esquío, presente en el mercado con la firma comercial Alba Conde. <<La recuperación de la producción textil en Galicia tendría que hacerse con un plan de negocio, para conocer si se puede garantizar carga de trabajo permanente a esos talleres>>, explica el empresario, que cuenta en Galicia con una red de confección propia en la que trabajan más de cien personas. <<Si no se pudo mantener antes, ahora va a ser más difícil. Ojalá fuera posible>>, manifiesta el presidente de Cointega.
Hay mimbres, puede hacerse y esa es la línea de pensamiento que se está instalando en el sector. Así lo cree el Consejo Intertextil Español (CIE), que reivindica la relevancia del sector de la moda en la actual crisis y reclama una relocalización de la industria en Europa.
<<Se hademostrado que la dependencia de proveerse en lejanía puede ser negasta, pues nos deja sin respuesta rápida a cualquier circunstancia excepcional. Y esa lección es aplicable a todo el sector. Necesitamos fabricar en Europa>>, ha manifestado el CIE públicamente.
La agrupación solicita también una niformidad fiscal y arancelaria de ámbito comunitario que permita competir en igualdad de condiciones>>, y reclama, tanto a las autoridades nacionales como europeas, <<un marco regulatorio congruente con nueva situación>>. El CIE lanza la necesidad de un gran acuerdo: <<Europa necesita una industria de la moda poderosa, flexible, próxima>>, concluye el Consejo Intertextil Español.
Fuente: noticia obtenida de La Voz de Galicia