Alberto Rocha es secretario general de Cointega, la patronal que también ejerce las funciones de clúster (tras la integración de Atexga, la otra gran organización de empresas del sector), y que se ha consolidado como la única organización empresarial textil de Galicia que agrupa a más de 300 empresas.
-¿Cúando se produce la vuelta a la producción en proximidad? ¿Por qué el textil gallego deja de fabricar en Asia?
-Hubo un efecto ilusorio. El precio, aparentemente era muy bajo, pero había unos costes invisibles, como la falta de calidad, defectos de fabricación, incumplimientos, falta de control, además de unos costes logísticos elevados. En realidad, no salía tan barato.
-¿Qué pasó para que los empresarios empezaran a darse cuenta de que era más barato producir al lado de casa?
-Cuando la crisis acució, los pedidos se hicieron más pequeños y, a medida que baja un pedido, se incrementan los costes indirectos. Pero además, la oferta de las fábricas portuguesas también mejoró. Hubo un momento en que pretendían ser los chinos de Europa, apostando solamente por los bajos costes de producción, pero vieron que ese modelo no era sostenible. Empezaron a ofrecer servicios, más que mano de obra barata, y se acabaron integrando con el cliente, creando un nuevo modelo de negocio.
-¿Se puede decir que hoy el textil gallego es competitivo gracias a Portugal?
-Nuestra realidad transfronteriza nos hace imbatibles porque además estamos en un momento en que se vuelve a valorar que el producto esté hecho en Europa, especialmente por parte del fuerte mercado asiático.
-¿Al igual que ha resurgido la confección textil en Portugal, no podría hacerlo en Galicia y volver a crear empleo en el sector?
-En Galicia nos hemos quedado con el solomillo del negocio textil. Las empresas han avanzado hacia el control de la cadena de distribución y gestión de marca, que es donde se está generando empleo más cualificado. Ya nadie quiere volver a coser, no hay demanda. Pero ni siquiera en Portugal se apuesta ya por ese textil de base que había antes y que se nutría exclusivamente de mano de obra barata o de enviar las prendas a coser a las casa. Galicia tenemos la parte buena de la cadena de valor del sector textil.
-¿Fabricar en Portugal no es deslocalizar?
-No, Portugal es un proveedor integrado en el proceso de producción que nos permite ser competitivos. Estamos hablando de fábricas, no de talleres textiles, que participan en el diseño, patronaje. Ahora se contrata la gestión de la producción, no simplemente la confección, como ocurría antes.
-¿Pero todavía quedan empresas en Galicia que confeccionan sus propios productos y siguen siendo competitivas?
-Estructura industrial propiamente dicha hay poca. Hay empresas que tiene integrada la producción, como es el caso de Pili Carrera o Florentino, que tienen un modelo de producción vertical. Pero en general, fábricas de confección textil propiamente dichas que trabajen para otros con marcas blancas únicamente quedan las de punto.
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