El cierre de Caramelo representa también el fin de una era en la industria de la moda en Galicia en que los confeccionistas se transformaron en marcas de moda.
Al otro extremo de Inditex, Textil Lonia y Bimba y Lola están Adolfo Domínguez, Kina Fernández, Confecciones Guerral, Jealfer, Viriato y Caramelo. Treinta años después de la puesta en marcha de la asociación Galicia Moda, existe un abismo entre las empresas que han sabido adaptarse al mercado y las que continúan luchando por encontrar un lugar. Tres décadas después de la época dorada de la moda en España, de la deslocalización industrial y de un cambio de modelo en el negocio de la moda, muchas de las compañías de la región se encuentran al borde del abismo.
Caramelo ha sido la última en encarar la liquidación después de caer nombres importantes de la moda en Galicia: TMX solicitó liquidación el año pasado; El Secreto del Mar, propietaria de la marca El Niño, hace dos años; Montoto, en 2012; Toypes, en 2011. La crisis y la falta de financiación, sumado al fin del apoyo institucional al sector y a un cambio radical en el modelo de negocio, continúan poniendo en jaque a otras históricas de la moda en la región.
Una de ellas es Viriato, que entró en concurso a finales de septiembre después de haber ejecutado un expediente de regulación de empleo (ERE) sobre cuarenta trabajadores.Adolfo Domínguez, por su parte, continúa inmersa en un profundo proceso de reestructuración tras reducir sus ventas un 13% en 2015, haber encarado un ERE sobre un centenar de trabajadores y haber cambiado toda la cúpula directiva.
Treinta años después de la puesta en marcha de Galicia Moda, muchas empresas de la región se encuentran al borde del abismo
Confecciones Guerral, por su parte, ha empezado a dar sus primeros pasos después de salir del concurso de acreedores a principios de 2015; Kina Fernández continúa trabajando a través de franquicias tras haber echado el cierre a Volvoreta, la sociedad bajo la que operaba; mientras que Jealfer, por su parte, también abandonó los juzgados el año pasado y mantiene aún la licencia de Pertegaz.
El presidente del Clúster Textil Moda de Galicia Cointega, José Antonio Conde, asegura que lo sucedido en Caramelo, así como la crisis que atraviesa alguna otra empresa del sector en la región son hechos puntuales. “No se nota que en la industria gallega del sector haya un cambio a peor”, señala Conde.
“El cierre de Caramelo es triste y negativo, pero no significa que el sector en Galicia vaya mal, porque seguimos viendo el futuro con optimismo y las empresas continúan apostando”, afirma el empresario, propietario de Alba Conde y antiguo director general de Caramelo. “El mercado tiende a grandes grupos, por economía de escala, y el resto seguimos peleando en la selva”, añade.
El boom gallego de la moda
La transformación de la industria gallega del textil se produce en paralelo al meteórico ascenso de Inditex. El gigante gallego, número uno mundial de la distribución de moda, fue de las pocas compañías que se mantuvo al margen del boom de la moda en la región, impulsado desde las diferentes administraciones y aupado con ayudas públicas, procedentes sobre todo el Estado.
A mediados de la década de los ochenta, la industria gallega de la confección se benefició de parte del Plan de Intangibles que puso en marcha el primer Gobierno socialista del país y que destinó fondos para dar valor a la industria con la introducción del diseño y la creación de marca. El plan estaba especialmente diseñado para la reconversión de la industria textil en Cataluña, que había ganado volumen en un mercado proteccionista y que, ante la entrada de España en Europa, estaba obligada a redimensionarse, pero Galicia también se benefició de una parte.
La confección gallega se apoyó en estas ayudas para impulsar sus propias marcas, comoCaramelo, pero también Adolfo Domínguez, Roberto Verino, Kina Fernández, Gene Cabaleiro, Florentino o Viriato, entre muchas otras. Según fuentes del sector, Inditex fue de las pocas empresas gallegas del sector que, en aquel entonces, no siguió las reglas dictadas ni recibió ayudas públicas.
Treinta años después, el grueso de las empresas gallegas de moda continúa buscando su camino en un contexto mucho más competitivo, que implica la entrada de más jugares en el sector, el descenso del consumo en el mercado español y la necesidad de internacionalizarse. Por otro lado, todas ellas se enfrentan a una transformación del modelo industrial y de distribución del negocio, que pasa por estructuras más flexibles y por apostar por el retail.
“No diría que la época dorada de la moda en Galicia fueran los ochenta, creo realmente que es hoy, con Inditex”, subraya el presidente de Cointega. “En los ochenta, lo fue para un tejido industrial formado por empresas medianas que desarrollaron marca”, asegura.
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