Alberto Rocha, Secretario General de COINTEGA - En entrevista para Modaes.es


Potugal no es tan barato como Asia, pero para los Gallegos es como tener la fábrica al lado.

Os dejamos la entrevista completa que ha dado Alberto Rocha, Secretario General de COINTEGA a Moda.es , disponible en su Dossier de Septiembre 2017. 

EFECTO FRONTERA
Alberto Rocha está inmerso en su tesis doctoral en la que investiga sobre el efecto frontera, en cómo aprovechar las relaciones de cooperación empresarial entre las compañías de dos países vecinos.

Alberto Rocha es secretario general de Cointega, la Confederación de Industrias Textiles de Galicia, entre cuyos miembros se encuentran Inditex, Adolfo Domínguez, Roberto Verino, Bimba y Lola o Florentino, entre otras empresas. Rocha lleva nueve años al frente de esta organización empresarial, desde la que fue promotor del Euroclustex entre Galicia y el norte de Portugal para favorecer el intercambio comercial entre ambas regiones.

¿Cuál ha sido el protagonismo de Portugal en el desarrollo de la moda gallega?

En los años en los que lanzamos la marca Galicia Moda, allá por los ochenta, no hubo influencia alguna. Sin embargo, para consolidar dos de los pilares en que se asentó el modelo de negocio de las empresas gallegas en las siguientes décadas, el peso fue creciente.

Estamos hablando, por una parte, del acortamiento en los ciclos tradicionales de la moda, de la rotación de colecciones y la velocidad de actuación. Y, por otra parte, de conseguir una óptima relación calidad-precio en productos que están entre el low cost y el premium.

¿Cuándo empezaron las marcas gallegas a ir en busca de proveedores portugueses?

Han existido distintas etapas. Una primera a finales de los ochenta y principios de los noventa, con la implantación de algunas filiales productivas en territorio portugués y la subcontratación a pequeña escala. Portugal ya tenía entonces una importante industria, ya había habido empresas extranjeras que se habían instalado allí, pero las relaciones de la moda gallega con ella hasta entonces habían sido mínimas.

Galicia tenía también un tejido industrial importante en talleres de confección…

Las redes de talleres que había aquí eran ineficientes y no lograron dar el salto cuando sus clientes dejaron de producir en el ámbito local. En la década de los ochenta, se crearon muchas cooperativas de talleres pequeños para la producción por minutos, pero con el tiempo fueron cerrando.

¿Coincidió con el traslado de la producción a Portugal?

También la industria de Portugal había mejorado métodos productivos con el apoyo de técnicos japoneses que implantaron técnicas lean. En aquel momento se abrió una segunda etapa, a mediados de los noventa.

¿Qué ocurrió?

Fue entonces cuando se intensificó la búsqueda de proveedores portugueses por parte de las empresas gallegas, a la vez que las empresas portuguesas empezaron a realizar una apuesta firme por el mercado español, sobre todo en lo que se conoce como private label, pero también intentando vender sus marcas e incluso implantando sus cadenas de tiendas. Los grupos españoles diseñaban lo que se tenía que hacer y enviaban los tejidos, e incluso la prenda cortada.

¿Hubo una tercera etapa?

Sí, en la primera década del siglo actual, en la que Portugal sufrió la competencia asiática y del norte de África. Mucha producción que hasta entonces se colocaba en Portugal se desvió a estos otros países. Las empresas portuguesas intentaron lanzar entonces sus propias marcas, pero el resultado no fue siempre el esperado. Y muchos de aquellos que se fueron en busca de producciones más baratas, poco a poco fueron cayendo en la cuenta de que no les era tan rentable y que los errores les penalizaban aún más.

Es entonces el momento del regreso…

En Portugal, evidentemente, es más fácil tener un control. Es la cuarta etapa, en la década actual, donde una parte importante de la industria portuguesa consiguió reorientar su modelo de negocio. Portugal ha hecho muy bien las cosas y sus empresas han ganado en dimensión y en eficiencia. Y han seguido apostando por el modelo de private label sin renunciar a las marcas propias, aunque el negocio importante está en la fabricación.Pero continúa siendo

más caro…

Evidentemente no es tan barato como Asia, pero tiene otras ventajas, como la rapidez, la rotación. Para los gallegos es como tener la fábrica al lado.

¿Aunque impacte en los márgenes?

Actualmente, el coste es un requisito necesario, pero no suficiente. Se buscan proveedores que gestionen bien su empresa y, de esta forma, puedan ofrecer precios competitivos. Pero también se busca la proximidad, así como la facilidad de comunicación e integración en la cadena de valor sectorial. Esta última resulta una combinación posiblemente única en el mundo.

¿Inditex se explica, en parte, por Portugal?

El fenómeno de Inditex es el resultado de la conjunción de múltiples causas, algunas muy vinculadas al territorio, entre las que sin duda ocupará un papel importante la proximidad al polo industrial textil que existía en Portugal.

Pero de lo que estoy convencido es que el mayor mérito debe atribuirse a las personas que han dirigido la empresa, puesto que las condiciones externas a la compañía también estaban al alcance del resto de competidores.

¿Qué se ha aprendido de la deslocalización?

Sobre todo durante la primera década de este siglo, muchas marcas se vieron atraídas por sus bajos precios. Sin embargo, los resultados han sido bastante desiguales. Fue adecuado para algunas empresas, pero menos para otras. Por el método de prueba y error, que siempre ha funcionado muy bien en este sector, se ha alcanzado un nuevo equilibrio.

¿Y cuál ha sido el resultado final?

Por un lado, se ha adquirido un gran conocimiento y experiencia en la gestión de la cadena de aprovisionamiento, ha habido una adaptación de la industria de proximidad, sobre todo la portuguesa, para mejorar su oferta, de la que ha salido reforzada y con un posicionamiento mucho más sostenible.

¿Cuál es la relación hoy entre la moda gallega y la industria portuguesa del textil?

Las empresas grandes de Galicia buscan en estos momentos proveedores con mayor dimensión y especialización, lo que ha sido posible gracias al aumento de masa crítica en cuanto a volumen de pedidos, integrándose y sincronizándose con sus procesos y operando de forma más eficiente. Por otra parte, los fabricantes portugueses ya no se limitan a vender minutos de trabajo, sino que son gestores y desarrolladores de producto.

¿Fue este el objetivo del colectivo Euroclustex?

La verdadera ventaja viene por el modelo de subcontratación que resulta posible en el espacio de la euro región constituida entre Galicia y el norte de Portugal. En ella se puede operar en un ecosistema de competencia perfecta en lo económico, ya que la integración en este ámbito es absoluta. Pero, a su vez, sigue existiendo una frontera administrativa, que lejos de constituir una barrera se ha convertido en un cortafuego contra el intervencionismo.

¿Qué quiere decir?

Se da una situación inédita, que es la de cooperación empresarial y competencia entre las administraciones públicas de ambos países. No en las fórmulas que tradicionalmente se han tratado de fomentar, sobre todo desde la administración, sino en la facilidad de establecer acuerdos entre empresas, evitando corsés que obliguen a mantenerlos cuando ya no resultan de interés para ambas partes. Y esto último es lo que ha permitido el efecto frontera.